DOSTOIEVSKI, por André Gide
Resumen de Dostoievski.
André Gide. Barcelona, José Janés, 1950. Traducción de Salvador Marsal.
Publicado originalmente en francés en 1923.
*Estaba convencido íntimamente de que «en el
pensamiento ruso se concilian los antagonismos» de Europa. «Sí, yo comparto -escribe
desde Siberia- su opinión de que Rusia absorberá a Europa, pues ésta es su
misión». Califica a su país como una nación
vacante «capaz de ponerse al frente de los intereses comunes de la
humanidad entera». Considera al alma rusa como «un terreno de conciliación de
todas las tendencias europeas». Convencido de que «la índole de la futura
actividad rusa debe de alcanzar el más alto grado de panhumanismo», y de que «la
idea rusa constituirá tal vez la síntesis de todas las ideas que, con tanto
aliento y tanta perseverancia, desarrolla Europa a través de sus distintas
nacionalidades».
*Dostoyevski sigue siendo el hombre «del que nadie
sabe cómo valerse».
*Nos damos cuenta, al despertar de sus libros -incluso
cuando nuestra razón se resiste a prestar su total asentimiento-, que acaba de
hacer blanco en algún punto secreto «que pertenece a nuestra verdadera vida».
Ésta es, a nuestro modo de ver, la explicación del porqué, en nombre de la
cultura occidental, algunos hombres inteligentes recusan el genio de
Dostoyevski.
*Las relaciones del individuo consigo mismo o con
Dios, prevalecen en Dostoyevski sobre todos los demás problemas.
*La vida íntima es más importante que las relaciones
de los hombres entre sí. Ahí reside el secreto de Dostoyevski y lo que mueve a
algunos a considerarle tan grande e importante, y a muchos otros a encontrarlo
insoportable.
*No hay cuestión, por trascendente que sea, que no
aborde la novela dostoyevskiana.
*Las ideas sólo alientan en Dostoyevski en función
del individuo. Las novelas de Dostoyevski, aun siendo las novelas más densas de
pensamiento, no son nunca abstractas, sino novelas, los libros más palpitantes
de vida que yo conozca.
*Dostoyevski no se ha buscado nunca a sí mismo; se
ha entregado apasionadamente, desatinadamente, en su obra. Se ha perdido en
cada uno de los personajes de sus libros, y por eso se vuelve a encontrarle en
cada uno de ellos.
*Dostoyevski escribió: «No hay que malbaratar la
vida por ningún objetivo».
*La lectura y la meditación del Evangelio fueron
para Dostoyevski de una importancia capital. Todas las obras que escribió
después [de su condena en Siberia] aparecen saturadas de la doctrina
evangélica. El efecto contrario tuvo esa lectura en Nietzsche.
*La esencia del sentimiento religioso no puede, en
modo alguno, aprehenderse mediante representaciones racionales; no le afecta
tampoco ninguna mala acción, ningún crimen, y es independiente de todo ateísmo:
se trata y se tratará siempre de algo totalmente distinto; hay aquí algo que
los ateos soslayarán siempre y nunca hablarán de ello.
*El ruso se muestra siempre propicio a confesar sus
errores -incluso ante sus enemigos-, dispuesto siempre a humillarse y a
acusarse a sí mismo … La idea de una confesión, no ya a oídos del sacerdote,
sino una confesión delante de cualquier persona, en presencia de todos, aparece
como una obsesión en todas las novelas de Dostoyevski.
*La humildad abre las puertas del paraíso; la
humillación, las del infierno. La humildad entraña una especie de sumisión
voluntaria, libremente aceptada. Ahí está la verdad de las palabras
evangélicas: «Aquel que se humilla será ensalzado». La humillación, por el
contrario, envilece el alma, la deforma, la seca, la irrita, la marchita.
Causa, en fin, una especie de lesión moral de muy difícil curación … No
existen, a mi entender, deformaciones y desviaciones de carácter que no tengan
su origen en alguna humillación inicial. La madre de Nikolai Vsevolodovich
Stavroguin dice que su hijo es un hombre digno, «cuyo orgullo fue
prematuramente herido». Si Nicolás -prosiguió Varvara Petrovna- hubiera tenido
siempre a su lado a un Horacio tranquilo, «grande en su humildad», tal vez se
hubiese desembarazado de ese demonio de la ironía que ha arruinado su
existencia (Demonios).
*Como en el Evangelio, en la obra de Dostoyevski el
reino de los cielos pertenece a los pobres de espíritu. En ella, lo que se
opone al amor no es tanto el rencor como las elucubraciones del cerebro. Los
personajes más peligrosos y más nocivos de Dostoyevski son los más
intelectuales. Estos personajes sólo entran en el Reino de Dios prescindiendo
de su inteligencia, abdicando su voluntad personal y haciendo un total
renunciamiento de sí mismos.
*Dice Versílov en El adolescente: «Desarrollar una idea… No; prefiero hablar sin
necesidad de desarrollar nada. Y, cosa curiosa, casi siempre que me propongo
desarrollar una idea de cuya bondad estoy convencido, antes de dar fin a mi
tarea, ya se ha debilitado mi fe…».
*Su obra aparece inmersa en la realidad. Brota de la
confluencia del hecho con la idea, de la confusión de uno y de otra, de un modo
tan perfecto que es imposible afirmar cuál de los dos elementos prevalece. En
consecuencia, pues, las escenas más realistas de sus novelas son, asimismo, las
más densas de significado psicológico y moral.
*Dostoyevski no pretende en ningún caso influir
nuestra opinión.
*Lo que en un libro de Dostoyevski importa en primer
lugar, como en una pintura de Rembrandt, es la sombra. Dostoyevski agrupa los
personajes y los acontecimientos proyectando sobre ellos una luz intensa que
sólo alcance una de sus facetas. Cada uno de sus personajes está inmerso en la
sombra, se apoya, por así decirlo, en su propia sombra. Observamos también en
Dostoyevski una singular necesidad de agrupar, de concentrar, de centralizar,
de crear entre todos los elementos de la novela la mayor cantidad posible de
relaciones y reciprocidades. En Dostoyevski, los acontecimientos, en vez de
seguir, como en Stendhal o Tolstoi, un curso lento e igual, llega un momento en
que se mezclan y se anudan en una especie de vórtice. En esos remolinos, los
elementos de la narración -morales, psicológicos y externos- se pierden y
vuelven a encontrarse. No observamos en él ninguna simplificación. Dostoyevski
se siente a sus anchas en la complejidad e incluso la protege.
*Lo que en Dostoyevski resulta desconcertante es la
simultaneidad con que se produce el desdoblamiento de la personalidad, y el
hecho de que sus personajes sean plenamente conscientes de sus inconsecuencias
y de su dualidad.
*En la obra de Dostoyevski abundan los niños.
Incluso puede afirmarse que los más de sus personajes, y los más importantes,
son seres aún jóvenes, apenas formados [Arkadii Makárovich Dolgorukii (el
adolescente), Alioscha Karamazov, Ippolit Teréntiev, Aglaya Ivanovna
Yepánchina, Sonia Marmeladov, Nastasia Filíppovna…]. Lo que parece sobre todo
interesarle es la génesis de los sentimientos, que nos describe con frecuencia
todavía indeterminados y vacilantes, y, por así decirlo, en estado larvado.
*En el caso del amor de Mischkin por Aglaya o por
Nastasia, pero también en casi todos los casos, el amor menos carnal es el más
fuerte.
*En los personajes de sus novelas destacan tres
capas o regiones: una región intelectual, extraña al alma y de donde emanan las
peores tentaciones. En esta región reside, según Dostoyevski, el elemento
pérfido, demoníaco. La segunda capa es la región de las pasiones, devastada por
los más borrascosos torbellinos, aunque, por trágicos que sean los acontecimientos
que tales tempestades originan, no afectan precisamente a la propia alma de los
personajes. Por último, existe una región más profunda, en la que no interviene
la pasión. Es esta región la que nos permite esperar, con Raskolnikov, la
resurrección, el «segundo nacimiento», como decía Jesucristo. Es la región en
la que vive Mischkin.
*Considero las Memorias
del subsuelo como la clave de bóveda de toda la obra de Dostoyevski.
*André Gide dedica especial atención a la novela El eterno marido. El protagonista es
Pavel Pavlovich Trusotskii, viudo de Natalia Vasilievna. Varios años después de
morir su esposa se entera que ésta ha mantenido relaciones adúlteras con Alexis
Ivanovich Velchaninov, fruto de las cuales es una niña, Lisa, que vive con
Trusotskii como si fuera su hija y a quien él quiere como un padre. Trusotskii
se divierte dejando a Velchaninov, que lo ha descubierto, en la incertidumbre
de si lo sabe o no. La novela nos presenta la lucha del sentimiento sincero y
veraz contra el sentimiento convencional, contra la psicología al uso y
comúnmente admitida.
*Dostoyevski da a entender que lo que se opone al
amor es, más que el odio, las maquinaciones del cerebro. Para él, la
inteligencia es precisamente lo que se individualiza, lo que se opone al Reino
de Dios, a la vida eterna, a esa beatitud más allá del tiempo que sólo se
alcanza a través del renunciamiento del individuo. El individuo triunfa en el
renunciamiento a la individualidad.
*Las enseñanzas de Cristo, pretende recibirlas
Dostoyevski directa y únicamente del Evangelio, y esto es, precisamente, lo que
no admite el católico, quien también las recibe de la Iglesia. No conozco
ningún otro autor que sea al mismo tiempo más cristiano y menos católico.
*Las grandes tentaciones que, según Dostoyevski, el
demonio nos presenta, son tentaciones intelectuales, interrogantes.
*«¿Cuál es el poder de un hombre?» Esta pregunta es,
en puridad, la pregunta del ateo, que Dostoyevski comprendió admirablemente. Es
la negación de Dios que provoca fatalmente la afirmación del hombre: «¿Dios no
existe? Pues entonces… todo está permitido». Así leemos en Demonios y en Los hermanos
Karamazov.
*Raskolnikov es autor de un artículo que resume de
esta manera el juez que investiga su caso, Porfirio Petrovich: «Los hombres se
dividen en “ordinarios” y “extraordinarios”. Los primeros deben vivir en la
obediencia, y, puesto que son hombres ordinarios, no tienen ningún derecho a
violar la ley. Los segundos, por la razón de que son hombres extraordinarios,
tienen derecho a cometer todos los crímenes y a transgredir todas las leyes».
Raskolnikov, por su parte, le precisa lo siguiente: «El hombre extraordinario
tiene derecho a autorizar su conciencia a franquear determinados obstáculos
sólo en los casos en que lo exija la realización de su idea, que puede a veces
ser de utilidad a todo el género humano».
*El fracaso de todos los personajes intelectuales
dostoyevskianos se debe a que el autor considera al hombre inteligente de
escasa o nula capacidad para la acción.
*Stavroguin, tal vez la más extraña y terrorífica
creación de Dostoyevski.
*Walter Rathenau, el que fuera Ministro de Asuntos
Exteriores de Alemania durante los primeros años de la República de Weimar, le
dijo hacia 1921 lo siguiente a Gide: «Por no haber aceptado el sufrimiento ni
el pecado, América carece todavía de alma».
*Dostoyevski sólo intuye y ve la salvación en el
renunciamiento del individuo a sí mismo.
*Kirillov, uno de los personajes más arquetípicos de
la novela Demonios, dice lo siguiente
al quinqueviro Pedro Verjovenski en relación con su idea fija de suicidarse:
«Si Dios existe, todo depende de Él, y yo nada puedo al margen de su voluntad.
Si no existe, todo depende de mí, y yo estoy obligado a afirmar mi
independencia… Así, pues, al suicidarme afirmaré mi independencia de la manera
más completa. No veo otra solución que saltarme la tapa de los sesos». Y
continúa más adelante en estos términos: «Pero no ha existido aún ningún hombre
que se haya matado sin motivo alguno, únicamente para atestiguar su
independencia. Yo seré el primero». Y, ante la sugerencia de Verjovenski de que
podría matar a Schatov (tanto Verjovenski como Stavroguin ven en el anunciado
suicidio de Kirillov una buena coartada para poder asesinar sin temor a
Schatov, aunque, por si acaso Kirillov se arrepintiese de su propósito
principal, Verjovenski le invita a matar él, Kirillov, a Schatov): «Matar a
otro sería tanto como manifestar mi independencia de la manera más vil … Desde
mi punto de vista no existe idea más alta que la negación de Dios. Tengo una
interpretación personal de la historia de la humanidad. El hombre ha inventado
a Dios para vivir sin matarse a sí mismo; ésta es, en resumidas cuentas, la
historia universal hasta este momento. He sido el primero en la historia del
mundo en rebatir la ficción de la existencia de Dios».
*No existe otro autor que, como Dostoyevski, haya
sido al mismo tiempo más genuinamente ruso y más universalmente europeo. Siendo
genuinamente ruso ha podido ser generalmente humano y producirnos tan intensa
emoción.
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