miércoles, 24 de febrero de 2021

 Las Etiópicas de Heliodoro de Emesa



Las Etiópicas de Heliodoro de Emesa



Heliodoro de Emesa (actual Homs). Escritor sirio-fenicio en lengua griega del siglo III d. C., natural de esa ciudad del W de Siria, a orillas del Orontes. El historiador Sócrates Escolástico (nacido en Constantinopla en 380), autor de una Historia de la Iglesia que relata hechos entre 306 y 439, informa que Heliodoro era obispo de Trica (Tricca / Trikka / hoy Trikala, ciudad griega al W de la región de Tesalia) en torno al año 384, es decir, después de su conversión al cristianismo y de escribir su libro más famoso. Esta información la corrobora Focio, Patriarca de Constantinopla a mediados del siglo IX. Una nota escrita en el siglo XIV en el códice manuscrito Vaticanus Graecus 157, informa que Heliodoro vivió en la época de Teodosio el Grande, a finales del siglo IV. Su obra más célebre es una novela, las Etiópicas, la última de las grandes novelas helenísticas o de las novelas griegas de la Antigüedad, que narra las peripecias de dos jóvenes enamorados, Teágenes y Cariclea. Otros destacados estudiosos fechan la redacción entre el 220 y el 370, aunque prefiriendo considerarla más próxima a este último año, y, por lo tanto, poco después del reinado de Juliano el Apóstata (que, siguiendo con las más altas magistraturas establecidas por Diocleciano durante la llamada Tetrarquía [285 – 305], fue césar entre el 6 de noviembre de 355 y febrero de 360; augusto entre febrero de 360 y el 3 de noviembre de 361; solamente augusto entre el 3 de noviembre de 361 y el 26 de junio de 363), quien, en 363, prohibió a los sacerdotes del clero pagano la lectura de novelas de amor porque despertaban las pasiones. La edición príncipe fue la del humanista alemán Vincentius Opsopoeus († en 1539 en Ansbach, Baviera), publicada en Basilea en 1534. Opsopoeus compró un manuscrito a un mercenario germano que lo encontró en las ruinas de la Biblioteca Corviniana del rey Matías Corvinus de Hungría después de que el sultán Suleimán [Solimán] el Magnífico capturó Buda (la ciudad antigua de Budapest) y destruyó el palacio real en 1526. La edición princeps es una pura copia de ese manuscrito. Un ejemplar de esta edición princeps se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid, con anotaciones manuscritas del humanista español Francisco de Mendoza y Bobadilla (1508 – 1566). La primera edición moderna, francesa, traducida por Jacques Amyot, es de 1547. La primera traducción latina, realizada por Pole Warschewiczki [el polaco Stanislao Warschewiczki], se publicó en Basilea en 1552. La primera edición alemana fue publicada por Johannes Zschorn en 1554. La primera edición inglesa, basada en la latina de Warschewiczki, es la de Thomas Underdowne de 1569. Dos traducciones al castellano se publicaron en el siglo XVI, aunque en la primera mitad de esa centuria Francisco de Vergara, Catedrático de Griego en Alcalá, realizó una traducción que no llegó a publicarse. La primera castellana publicada fue la de Amberes de 1554 (vuelta a imprimir en Salamanca en 1581 y en Alcalá en 1585). La segunda traducción castellana fue la de Fernando de Mena (Alcalá de Henares, 1587), a partir de la latina de Warschewiczki.

Las Etiópicas fue una novela muy apreciada por el humanista español Alonso López Pinciano (ver su Filosofía antigua poética, Madrid, 1596), por William Shakespeare (con una referencia muy precisa de un pasaje [I, 30, 7] en su comedia Twelfth Night (Noche de Reyes), V i 115-117, por Miguel de Cervantes (en el Prólogo a las Novelas Ejemplares, de 1613), por Pedro Calderón de la Barca (quien compuso en 1664 un drama titulado Los hijos de la Fortuna Teágenes y Cariclea), por el escritor seiscentista Juan Pérez de Montalbán, por Lope de Vega, por Baltasar Gracián y por Jean Racine, quien la consideraba una de sus obras favoritas y llegó a aprendérsela de memoria.

La edición de Emilio Crespo Güemes (Madrid, Gredos, 1982) se basa en la edición cuya fijación del texto fue llevada a cabo por Robert Mantle Rattenbury y Thomas Wallace Lumb, siendo traducida al francés por Jean Maillon (París, 1935 – 1943).

Resumimos el análisis de Crespo Güemes. Las Etiópicas es una novela dividida en diez libros que se caracteriza por una narrativa extraordinariamente bella. Trasciende los presupuestos básicos de la concepción helenística de la existencia humana que había constituido los fundamentos de la novela, a saber, la idea de que el hombre está expuesto a un mundo hostil, cuyas fuerzas y divinidades son incomprensibles, aunque un hado favorable pueda ser capaz de salvarlo. En la obra de Heliodoro, nuevos conceptos religiosos derivados de las ideas neoplatónicas o neopitagóricas substituyen este punto de vista. La heroína, Cariclea, cuya castidad es un requisito religioso indispensable, cae en la cuenta de que la causa de todas las adversidades, así como de la solución final de ellas es una justicia divina superior. La acción tiene una estructura lineal, no circular. Aunque la trama comienza y termina en Etiopía, el relato empieza en el delta del Nilo, narra a continuación una fase anterior que transcurre en Grecia, prosigue en el interior de Egipto y termina en Etiopía. Los protagonistas no vuelven a la situación de partida, sino que acceden a una condición distinta de la inicial: contraen matrimonio y se convierten en sacerdotes del Sol y de la Luna en la Etiopía utópica que presenta la trama. Hay una meta y los viajes de los protagonistas constituyen un acercamiento progresivo a ella. Sus peripecias son sufrimientos no sólo por los riesgos a los que se ven sometidos, sino porque suponen la privación de su meta, que consiste en el descubrimiento de la identidad de Cariclea y en el matrimonio de los enamorados, presentado como una aspiración espiritual.

El tiempo narrativo de las Etiópicas no es lineal. El relato no sigue el orden cronológico de la trama, sino que comienza in medias res. En la segunda mitad, el orden del relato es el cronológico del tema. La distribución del tiempo en el relato es notable. El tema abarca desde el nacimiento hasta la boda de Cariclea; pero el relato en total abarca más o menos un mes. Una parte es relatada por el narrador y otra por personajes.

Hay tres sacerdotes, Caricles en Delfos, Calasiris en Egipto y Delfos, y Sisimitres en Etiopía, que determinan el curso de los protagonistas. La progresiva aproximación al Sol soberano hace que el viaje sea una especie de peregrinación para descubrir la divinidad.

Un aspecto importante de la técnica narrativa de Heliodoro es su deseo de mostrar más que de relatar. Heliodoro evita con frecuencia adoptar el punto de vista de narrador omnisciente y prefiere el de uno o más personajes, lo que permite explicitar sólo en parte la causa de lo que se ve. El lector va obteniendo información a medida que los personajes van adquiriéndola. En II, 35, 5, la pitia de Delfos pronuncia un oráculo en verso cuyo contenido se irá descubriendo poco a poco a lo largo de la novela.

 

A la que Gracia es primero y Gloria al final tiene

Celebrad, oh delfios, y al que de la Diosa es Hijo[1].

Ellos, cuando mi templo abandonen y las olas surquen,

Llegarán del sol a la tierra oscurecida,

Donde por su excelente vida gran galardón obtendrán:

Alba corona sobre sus sienes negras.

 

La novela consiste en el desvelamiento progresivo de este oráculo.

Heliodoro propone acertijos y oculta datos o los presenta parcialmente a través de los personajes para mantener la intriga.

Los hechos ficticios de la novela están situados en un espacio y en un tiempo reales para hacer el tema verosímil.

El tiempo en el que transcurre la novela corresponde al primer periodo de la dominación persa de Egipto, esto es, del 525 al 404 a. C., situándose la acción a mediados del siglo V, cuando el encumbramiento de Atenas.

El comienzo de la novela se desarrolla en el lugar que ocuparía Alejandría, pero antes de la fundación de la ciudad por Alejandro.

La religión tiene importancia. Los protagonistas, Cariclea y Teágenes, se conocen y se enamoran en una ceremonia religiosa en Delfos. Su matrimonio se celebra junto con el acceso al sacerdocio en otra ceremonia en Méroe (en Etiopía).

La novela es una apología de la religión en general, no de una creencia específica.

La castidad de los protagonistas tiene un fundamento religioso. La castidad está integrada en la acción principal y es un aspecto más de la piedad de los protagonistas. La virginidad preconyugal no tiene por objeto evitar el placer sexual considerado como algo negativo, sino controlar la capacidad destructora de lo erótico[2].

Cariclea es superior a Teágenes en capacidad intelectual para interpretar sueños y oráculos.

El autor sitúa en una posición central a la protagonista femenina.

El autor atribuye superioridad moral a etíopes, y, por tanto, a personajes no griegos, hecho infrecuente en la literatura griega.

Los rasgos más característicos del estilo de Heliodoro son el afán de variedad y la tendencia a la solemnidad.

 

 

Algunas frases de la novela:


*«El arte puede superar incluso a la naturaleza» (Libro III, 17, 5).

*«Y es que el vino, como se sabe, llama a las lágrimas» (Libro V, 33, 4).

*«¡Qué gran verdad es que a los que viajan por tierra extranjera y llevan vida errante la ignorancia les hace ir como ciegos!» (Libro VII, 12, 2).

*«La propia conciencia de no haber cometido vileza es suficiente para esperar la benevolencia divina» (Libro VII, 26, 9).

*«Pues en lo que se suele confiar es en lo que se desea» (Libro VIII, 7, 6).

 

 

Personajes de las Etiópicas de Heliodoro de Emesa:

*Cariclea. Protagonista femenino de la novela. Nacida en Méroe, la capital del reino de Etiopía, es hija única del rey Hidaspes y de la reina Persina. El parto tuvo lugar nueve años después de haberse casado sus padres. Al nacer con piel blanca, pues su madre miró un cuadro que representaba a Andrómeda (a quien también se parece en sus rasgos la propia heroína) en el momento de la unión con su esposo, Cariclea va a ser expuesta (abandonada) por su madre, pues todos creerían que había cometido adulterio. No obstante, su madre la expone acompañada de objetos distintivos que no permiten dudar acerca de sus principescos orígenes: el anillo de compromiso de sus esponsales, en el que hay engastada una piedra especial llamada «pantarba», de propiedades mágicas (repele el fuego); un riquísimo collar de piedras preciosas y una cinta escrita con caracteres etíopes donde se narra su origen y su desdichada historia. El sacerdote etíope Sisimitres, perteneciente a la secta de los gimnosofistas[3], fue quien recogió a la niña recién nacida (según se cuenta en el libro segundo, aunque la identificación de Sisimitres no se desvela hasta el final, en el libro décimo), haciéndose cargo de ella hasta que cumplió siete años, aunque no cuidándola él directamente, sino que le fue entregada a unos pastores suyos para que la criaran. Cuando la niña cumplió siete años y comenzaba a destacar por una deslumbrante belleza, Sisimitres, aprovechando una embajada suya a Egipto, entregósela a un sacerdote griego de Delfos, a Caricles, quien la adoptó y la trató como a una verdadera hija, convirtiéndola en servidora (zácoro) del templo de Ártemis en Delfos. Cariclea permanecería en esta sagrada ciudad griega de Tesalia hasta los diecisiete años, en que, voluntariamente, abandona a su padre adoptivo, gracias al concurso del sacerdote egipcio Calasiris, motivada por haberse enamorado de Teágenes, quien la rapta en connivencia con Calasiris, a pesar del dolor que todo ello le causó a Caricles. Se trasladan al Bajo Egipto, a la región del Delta, donde continuarán sus peripecias y aventuras, unas veces en compañía de Teágenes y otras no teniendo más remedio que separarse de él, aunque casi siempre al lado de su nuevo padre adoptivo, Calasiris. Siempre que pueden, a fin de salvarse y mantenerse juntos, Cariclea y Teágenes simulan ser hermanos de sangre. Transcurrido un corto espacio de tiempo, Cariclea llegará como cautiva a Méroe, donde se desvelará por completo el misterio de su origen y las fases sucesivas de su accidentada biografía desde que abandona Delfos. Excelente tiradora de arco, pudorosa y recatada, decidida y valiente, instruida y docta, la cualidad moral que más distingue a Cariclea es la castidad, que jamás romperá, a pesar del amor que siente por Teágenes, un amor recíproco que, asimismo, llevará al joven a practicar idéntica virtud.

*Teágenes. Protagonista masculino de la novela. Es un joven tesalio que se considera descendiente de Aquiles, asimismo de extraordinaria belleza, como su amada Cariclea. Vigoroso y viril, atlético y valiente, jinete y luchador excelente, Teágenes soportará toda clase de pruebas, unas en compañía de Cariclea y otras sin ella, pero mostrando siempre el máximo respeto, lealtad y fidelidad a su amor, según quedará de manifiesto con la práctica de la virtud de la castidad, distintivo común de ambos amantes, mantenido hasta el día de su matrimonio en Méroe, convertida ella en sacerdotisa de la Luna y él en sacerdote del Sol. Sólo entonces se casarán y se consumará el matrimonio. El mayor peligro para Teágenes, y, de paso, para Cariclea, lo va a constituir Ársace, la esposa del sátrapa Oroóndates, quien desea a toda costa la unión sexual con el bello joven, hasta el punto de convertirse en una obsesión patológica. El rechazo firme de Teágenes lo llevará casi al borde la muerte, por despecho de Ársace.

*Hidaspes. Rey de Etiopía y padre de Cariclea. Disputa a los persas, dueños de Egipto, la isla de Philae, la cual conquista, al igual que Elefantina y Asuán, junto a la 1ª catarata. Se revela como un buen estratega en la guerra, así como un notable asediador de ciudades amuralladas.

*Persina. Reina de Etiopía, esposa de Hidaspes y madre de Cariclea. Su nombre revela que su raza desciende del héroe griego Perseo.

*Calasiris. Sacerdote egipcio, cuya presencia en la novela es muy destacada, ocupando varios libros. Debido al deseo que le provoca una mujer tracia de gran belleza, Rodopis, a fin de no caer en la tentación, huye de Menfis, su ciudad natal, y se refugia en Grecia, donde va a conocer, en la ciudad de Delfos, a Caricles, sacerdote de Apolo, y, a través de éste, a Cariclea, de la que terminará siendo una especie de padre adoptivo, en sustitución de Caricles. Ayuda a Cariclea a escapar de Delfos junto con Teágenes. Les acompañará el joven Cnemón. Después de un accidentado periplo, con estancias en las islas de Zacinto y Creta, recalarán en la región del Delta del Nilo, donde habrán de enfrentarse a nuevos peligros y aventuras. Es un hombre instruido, sensato, juicioso, inteligente, astuto y que sabe ejercer sabiamente su protección sobre su joven pupila. Tiene dos hijos, Tíamis y Petosiris, rivales entre sí, algo que apena profundamente a Calasiris. Finalmente, antes de morir, puede asistir a la reconciliación de los dos hermanos, aunque deja momentáneamente desamparada a Cariclea.

*Caricles. Sacerdote griego de Apolo Pitio en Delfos y padre adoptivo de Cariclea desde que ésta tiene siete años, cuando se la entrega en Egipto el sacerdote egipcio Sisimitres. Aunque Cariclea huye, al cumplir diecisiete años, con Calasiris y con Teágenes hacia Egipto, abandonando así a Caricles, de cuya pena es consciente Cariclea, pero es mucho más fuerte el amor que siente por Teágenes, al final de la novela Caricles se reencontrará con su hija adoptiva en Méroe, asistiendo a su felicidad, pues no sólo está ya con sus verdaderos padres, sino que se unirá en matrimonio con su amado.

*Alcámenes. Sobrino de Caricles, pues es hijo de una hermana suya. Caricles pretende casar a su sobrino con Cariclea, su hija adoptiva, plan que fracasa por completo.

*Tíamis. Sacerdote de Isis en Menfis, en Egipto. Es hijo de Calasiris, pero como éste, al abandonar secretamente Egipto con destino a Grecia, fue dado por muerto, Tíamis le sucedió en el importante título sacerdotal. No obstante, su hermano Petosiris lleva a cabo una rebelión contra él, consiguiendo despojarlo del cargo. También se había ganado la enemistad de Ársace, la esposa del sátrapa Oroóndates, al rechazar continuamente sus insinuaciones amorosas. Desde ese momento, Tíamis, que es un hombre con un fondo noble, se convierte en jefe de un numeroso grupo de bandidos de la zona del Delta del Nilo, los «vaqueros», cuya base de operaciones es la aldea de Quemis, que principalmente roban a los piratas que merodean por la región, aunque también sustraen mercancías a pacíficos comerciantes. Tíamis perdonará la vida a Cariclea y a Teágenes, aunque, enamorado de la bellísima joven, la quiere para él, y, por ello, la esconde en una cueva secreta. Tíamis dará muerte a la griega Tisbe, en circunstancias poco claras, pues parece como si, al darlo todo por perdido durante un asalto de un grupo de bandidos enemigo, diera muerte intencionadamente a quien cree que es Cariclea, aunque se trata en realidad de Tisbe. Tíamis se hace amigo de Teágenes, acudiendo con él a Menfis, a fin de recuperar su cargo de sacerdote y enfrentarse a su hermano. Cuando el duelo entre ambos parece inevitable, surge de pronto Calasiris, quien, como padre, reconcilia a ambos, recuperando así Tíamis la dignidad sacerdotal en Menfis.

*Termutis. Escudero de Tíamis. Él fue quien le robó al mercader Nausicles la posesión de la joven Tisbe, escondiéndola en la cueva subterránea de la isla de la laguna donde los «vaqueros» del Delta escondían sus riquezas, y a donde fue también a parar Cariclea.

*Petosiris. Hijo de Calasiris y hermano de Tíamis. Al arrebatarle por la fuerza a su hermano el cargo de sacerdote de Menfis, conviértese en un usurpador. Finalmente, no tendrá más opción que ceder ante Tíamis.

*Cnemón. Joven ateniense de una distinguida familia, ya que su padre, Aristipo, era miembro del Areópago. Sus desgracias comenzaron cuando, al morir su madre, su padre decidió casarse de nuevo, en esta ocasión con una bella pero malvada mujer, Deméneta, quien, pasado relativamente poco tiempo, insinuóse descaradamente a Cnemón, si bien éste siempre la rechazó, especialmente por ser la esposa de su padre. Al ver Deméneta que no podía obtener los favores de Cnemón, intentó una nueva estratagema valiéndose de su criada Tisbe, a quien lanzó en brazos de Cnemón. Tisbe lo engaña sutilmente, a fin de conseguir desacreditarlo ante Aristipo por indicación de Deméneta. El padre lo manda azotar, y, finalmente, lo conduce ante el tribunal, que condena a Cnemón al destierro. Las intrigas de Deméneta no cesaron, sin embargo, pues su pasión por Cnemón iba en aumento. Viendo Tisbe que Deméneta pretendía deshacerse de ella por haberle fallado en sus propósitos, se le adelanta, le tiende una sutil trampa amorosa y Deméneta, al ser descubierta por Aristipo, se suicida. Cnemón acompañará a Calasiris, Teágenes y Cariclea a Egipto, donde, como hemos dicho, trabará amistad con Tíamis, el jefe de los «vaqueros» de Quemis. Su lealtad a sus amigos, tanto Calasiris como los jóvenes enamorados, es completa. Por fin logró descubrirse en Atenas la verdad de su historia, abandonando Egipto y regresando a su patria.

*Tisbe. Criada griega de Deméneta, la esposa de Aristipo y madrastra de Cnemón. Tisbe, al principio, es cómplice de su ama, tratando de satisfacer sus deseos respecto de Cnemón, pero, cuando ve peligrar su integridad por los fracasos de Deméneta, se le adelanta y la conduce a la perdición. Amante ocasional de Cnemón, será un comerciante griego, Nausicles, quien se enamore de Tisbe, guardándola en la misma cueva llena de tesoros y con profundas y laberínticas galerías subterráneas en la que Tíamis ha depositado a Cariclea, en el centro del campamento de los «vaqueros» en Quemis. Tisbe muere apuñalada a manos de Tíamis, quien la confunde con Cariclea.

*Nausicles. Comerciante griego que tiene su base de operaciones en Naucratis, colonia griega en la zona del Delta del Nilo. Se enamora de Tisbe, aunque la pierde cuando ésta es muerta en Quemis a manos de Tíamis. También se enamora de Cariclea, pero, en atención a la profunda amistad que lo une a Calasiris, padre adoptivo y protector de la heroína, Nausicles desiste de su propósito de conseguirla.

*Nausiclea. Hija de Nausicles.

*Tirreno. Anciano pescador de la costa de la isla de Zacinto, en el Mar Jónico, que acoge fraternalmente durante varios meses en su casa a Calasiris, Teágenes, Cariclea y Cnemón, una vez que la tempestad los ha obligado a recalar allí después de haber embarcado en una nave fenicia en el Golfo de Corinto. Tirreno advierte a Calasiris de las aviesas intenciones del pirata Traquino, que se mantiene al acecho en la costa de Zacinto, esperando que la nave fenicia parta y poder así asaltarla. Esta advertencia permitirá huir furtivamente a nuestros amigos, que terminan atracando junto a la isla de Creta, aunque Traquino los perseguirá casi sin solución de continuidad.

*Traquino. Pirata despiadado, que se mueve por las aguas del Mar Jónico y del Mar de Creta. Persigue la nave fenicia en la que se hallan Calasiris, Teágenes, Cariclea y Cnemón, alcanzándola después de salir aquélla de Creta y de que los vientos la arrastrasen cerca de la costa egipcia. Aunque se apodera de la nave y se enamora de Cariclea, entabla disputa con unos de sus secuaces, Peloro, por el reparto del botín, pues Peloro, según la ley que rige a la piratería, tiene derecho a elegir el primero lo que sea del botín, bien sean bienes o personas, pues él ha sido quien en primer lugar ha abordado la nave mercante fenicia. Al elegir a Cariclea, Traquino rechaza frontalmente esa elección, suscitando una rebelión que finaliza con la muerte de Traquino a manos de Peloro. Este incidente permitirá huir a nuestros amigos y recalar en la costa egipcia, en uno de los brazos de la desembocadura del Nilo.

*Peloro. Pirata a las órdenes de Traquino. Una disputa entre ellos a causa de Cariclea llevará a Peloro a matar a su jefe.

*Oroóndates. Sátrapa persa de Egipto. Su principal lugar de residencia es la ciudad de Menfis. Está casado con Ársace, hermana del Rey de Reyes persa. Su comandante Mitranes intenta enviarles a Teágenes y Cariclea, quienes, por su extraordinaria belleza, pueden ser un magnífico regalo del sátrapa a su Gran Rey. Diversas circunstancias lo impiden. Oroóndates no sólo tiene que luchar contra los bandidos del Delta, sino, sobre todo, contra Hidaspes, rey de Etiopía, quien le disputa la posesión de la ciudad de Philae, cerca de la 1ª catarata, límite natural entre Egipto y Etiopía según Hidaspes. Otro importante motivo de disputa es el control de los yacimientos de esmeraldas que hay en la zona de Philae. En la guerra que tiene lugar, gana decidida y contundentemente Hidaspes, quien se mostrará clemente con las poblaciones vencidas y conquistadas, así como con el propio Oroóndates, con quien firmará un importante tratado de paz. El sátrapa sospecha desde hace tiempo de las infidelidades de su esposa, aunque no se atreve a actuar con firmeza debido al estrecho parentesco de Ársace con el Gran Rey.

*Ársace. Esposa de Oroóndates, sátrapa persa de Egipto. Es hermana de sangre del Gran Rey de los persas aqueménidas. Bella y ambiciosa, depravada e intrigante, sus apetitos carnales la absorben casi por completo. Su marido sabe de su infidelidad, pero no se atreve a actuar contra ella por su real parentesco. Uno de sus objetivos amorosos, como hemos visto, fue el sacerdote Tíamis, que la rechazó hasta el punto de ser en parte causa de perder su importante cargo en Menfis. Ársace va a ser la principal causante de las desgracias de Teágenes y de Cariclea en Egipto, precisamente por encapricharse primero y desear desenfrenadamente después a Teágenes, quien, a pesar de las amenazas y torturas, se niega tenazmente a romper su castidad y traicionar a su amada Cariclea. Cuando Teágenes y Cariclea, con el mayor sigilo, son sacados del palacio por orden del sátrapa y conducidos a Siene (Asuán), no sólo se salvan de una probable muerte urdida por Ársace contra ellos, después de haber fallado en una primera ocasión, sino que la propia regente, viéndose perdida y sin posibilidad de defensa, se suicida.

*Cíbele. Fiel sirvienta de Ársace y cómplice de todas sus depravaciones. Es la principal intermediaria en conseguir los favores de Teágenes para satisfacer a su ama. Tiene un hijo, Aquémenes, quien finalmente se pone de parte del sátrapa, dejando en situación desesperada a su madre. Pretendiendo envenenar a Cariclea, es ella, Cíbele, la que, equivocadamente, bebe el líquido letal.

*Aquémenes. Hijo de Cíbele. Cumple fielmente las órdenes del sátrapa Oroóndates. Él es el encargado, por orden de Mitranes, de conducir a Teágenes a Menfis, capturado en la región del Delta, pero, durante el traslado, Teágenes fue liberado por Tíamis, con quien presentóse ante las murallas de Menfis. Es Aquémenes quien denuncia en Siene a Ársace ante el sátrapa. Pero, cuando Oroóndates es derrotado por Hidaspes, y una vez que los testigos no le sirven de nada pues no pueden probar nada contra Ársace, Aquémenes se arrepiente de haberla denunciado, y en la confusión de la huida, intenta dar muerte al sátrapa, aunque la flecha de un etíope se lo impide, muriendo inmediatamente Aquémenes.

*Mitranes. Comandante de una importante guarnición de soldados del sátrapa de Egipto. Debe luchar contra las belicosas y rebeldes aldeas egipcias de la zona del Delta. Es Mitranes quien encarga a Aquémenes conducir a Teágenes a Menfis, si bien fracasa la operación por la intervención de Tíamis y su grupo de partidarios de la aldea de Besa, en el Delta. Mitranes muere durante el curso de las luchas contra los rebeldes de una de las aldeas del Delta.

*Bagoas. Eunuco al servicio de Oroóndates. Éste le encarga que se traslade a Menfis, desde Siene, para traer a su presencia a Teágenes y Cariclea, una vez producida la denuncia de Aquémenes al sátrapa sobre la conducta de Ársace.

*Eufrates. Escrito sin tilde en la primera letra. Jefe de los eunucos de Menfis, a quien Ársace le ha obligado a torturar a Teágenes. Finalmente se pliega a la voluntad del sátrapa cuando se presenta en palacio Bagoas para trasladar a Siene a los dos jóvenes cautivos.

*Sisimitres. Sacerdote etíope, Presidente del Consejo de los gimnosofistas. Su influencia es muy grande, tanto en el reino como ante Hidaspes. Goza de gran prestigio y respeto. Sus decisiones son casi determinantes, inmediatamente por debajo de las del rey, aunque no pocas veces se han impuesto a las del propio monarca. Él fue quien se hizo cargo de Cariclea hasta que cumplió siete años, momento en que se la entregó a Caricles en Egipto.

*Meroebo. Sobrino carnal de Hidaspes, pues es hijo de un hermano suyo ya fallecido. En Meroebo piensa Hidaspes como esposo de Cariclea, una vez enterado de que se trata de su hija. Ese deseo no se cumplirá, ya que Hidaspes aceptará plenamente al amado de su hija, Teágenes.

*Hermonias. Cortesano destacado al servicio de Hidaspes, con un cargo denominado «introductor».

 

 

 



[1] El nombre de Cariclea en griego está compuesto de dos elementos que significan respectivamente «gracia» y «gloria»; el de Teágenes consta de «diosa» e «hijo».

[2] No estaría de más recordar aquí lo que Gilbert Keith Chesterton escribió sobre la sexualidad en la antigua civilización pagana greco-romana, en su ensayo San Francisco de Asís (1923): «Lo que le había pasado a la imaginación humana, en conjunto, es que el mundo entero se había teñido de pasiones peligrosas y rápidamente putrescentes; de pasiones naturales convertidas en pasiones contra natura. Así, el efecto de tratar la sexualidad como cosa únicamente inocente y natural fue que todas las demás cosas inocentes y naturales se empaparan y mancharan de sexualidad. Porque no se puede conceder a la sexualidad una mera igualdad con emociones o experiencias elementales como el comer y el dormir. En el momento en que deja de ser sierva se convierte en tirana. Por la razón que sea, hay algo de peligroso y desproporcionado en el lugar que ocupa dentro de la naturaleza humana, y es verdad que requiere una purificación y una dedicación especiales. Todo eso que ahora se dice, de que la sexualidad sea libre como cualquier otro sentido, de que el cuerpo sea hermoso como un árbol o una flor cualesquiera, son, o descripciones del Jardín del Edén, o muestras de una pésima psicología que ya hace dos mil años que cansó al mundo».

[3] Los «filósofos desnudos» o gimnosofistas eran los santones hindúes, cuya sabiduría y ascetismo eran célebres entre los griegos. También en Etiopía había gimnosofistas, a los que Apolonio de Tiana fue a visitar, según cuenta Filóstrato en su Vida de Apolonio de Tiana.